Accidente cerebrovascular
Un accidente cerebrovascular (ACV), también conocido como ictus o ataque cerebral, ocurre cuando el flujo sanguíneo al cerebro se interrumpe o se reduce severamente. Esta falta de flujo sanguíneo priva al cerebro de oxígeno y nutrientes esenciales, lo que puede provocar daño cerebral en cuestión de minutos. Las células cerebrales comienzan a morir rápidamente, lo que puede resultar en discapacidades permanentes o incluso la muerte.
Síntomas
Debilidad o parálisis repentina: Especialmente en un lado del cuerpo, afectando la cara, el brazo o la pierna.
Dificultad para hablar o entender: Puede haber confusión, dificultad para encontrar las palabras correctas, arrastrar las palabras o incapacidad para entender el lenguaje hablado.
Problemas de visión: Visión borrosa, visión doble o pérdida repentina de la visión en uno o ambos ojos.
Dolor de cabeza intenso y repentino: Especialmente si está acompañado de vómitos, mareos o alteración de la conciencia.
Mareos o pérdida del equilibrio: Dificultad para caminar, coordinación deficiente o sensación de vértigo.
Confusión o alteración del nivel de conciencia: Desorientación, somnolencia o incluso pérdida del conocimiento.
Causas
ACV isquémico: Tiene como causa más común la formación de un coágulo de sangre (trombo) en una arteria cerebral (trombosis cerebral) o en otra parte del cuerpo (por ejemplo, en el corazón) que viaja hasta el cerebro, obstruyendo un vaso sanguíneo (embolia cerebral). La aterosclerosis también puede aumentar el riesgo de obstrucción.
ACV hemorrágico: Tiene como causas más comunes:
Hipertensión arterial: Esta debilita las paredes de los vasos sanguíneos y los hace más propensos a romperse.
Aneurismas: Son protuberancias en las paredes de los vasos sanguíneos que pueden romperse y provocar una hemorragia.
Malformaciones arteriovenosas (MAV): Son conexiones anormales entre arterias y venas que pueden romperse y sangrar.
Angiopatía amiloide cerebral: Acumulación de proteína amiloide en las paredes de los vasos sanguíneos, lo que los debilita y aumenta el riesgo de hemorragia.
Tipos
ACV isquémico: Representa aproximadamente el 80-85% de todos los ACV. Dentro de esta categoría, existen subtipos como el ACV trombótico (causado por un coágulo que se forma en una arteria cerebral) y el ACV embólico (causado por un coágulo que viaja desde otra parte del cuerpo).
ACV hemorrágico: Representa aproximadamente el 15-20% de todos los ACV. Es causado por la ruptura de un vaso sanguíneo en el cerebro. Se subdivide en hemorragia intracerebral (sangrado dentro del tejido cerebral) y hemorragia subaracnoidea (sangrado en el espacio entre el cerebro y las membranas que lo recubren).
Existe una condición llamada ataque isquémico transitorio (AIT), también conocido como “mini-ACV”. En este el flujo sanguíneo al cerebro se interrumpe temporalmente, causando síntomas similares a los de un ACV.
Tomografía computarizada (TC): Puede ayudar a identificar hemorragias cerebrales y descartar otras posibles causas de los síntomas.
Resonancia magnética (RM): Es especialmente útil para detectar ACV isquémicos tempranos y para evaluar el daño cerebral.
Angiografía: Puede ayudar a identificar obstrucciones, aneurismas o malformaciones arteriovenosas.
Electrocardiograma (ECG): Se utiliza para evaluar la actividad eléctrica del corazón y detectar posibles arritmias que puedan haber contribuido a la formación de coágulos.
Análisis de sangre: Se realizan para evaluar los niveles de glucosa, colesterol y otros factores que pueden aumentar el riesgo de ACV.
Tratamientos
Trombolisis: Administración de un medicamento (tPA) que disuelve los coágulos de sangre. Debe administrarse dentro de las primeras horas (generalmente 3-4.5 horas) desde el inicio de los síntomas.
Trombectomía mecánica: Un procedimiento en el que se inserta un catéter a través de un vaso sanguíneo hasta el cerebro para extraer el coágulo.
Medicamentos: Para controlar la presión arterial y prevenir convulsiones.
Cirugía: En algunos casos, puede ser necesaria para extraer un coágulo de sangre o reparar un aneurisma o malformación arteriovenosa.
Además del tratamiento agudo, la rehabilitación es una parte fundamental del proceso de recuperación después de un ACV.
Prevención
Control de la presión arterial
Control del colesterol
Control de la diabetes
Dejar de fumar
Mantener un peso saludable
Hacer ejercicios regularmente
Dieta saludable
Consumo moderado de alcohol
Factores de riesgo
Factores de riesgo no modificables:
Edad: El riesgo de ACV aumenta con la edad.
Sexo: Los hombres tienen un mayor riesgo de ACV que las mujeres, aunque las mujeres tienen un mayor riesgo de morir a causa de un ACV.
Raza: Los afroamericanos tienen un mayor riesgo de ACV que los blancos.
Antecedentes familiares: Tener un familiar cercano que haya sufrido un ACV aumenta el riesgo.
Factores de riesgo modificables
Hipertensión arterial: Es el factor de riesgo más importante para el ACV.
Colesterol alto: Aumenta el riesgo de aterosclerosis y formación de coágulos.
Diabetes: Daña los vasos sanguíneos y aumenta el riesgo de formación de coágulos.
Tabaquismo: Daña los vasos sanguíneos y aumenta el riesgo de formación de coágulos.
Obesidad: Aumenta el riesgo de presión arterial alta, colesterol alto y diabetes.
Fibrilación auricular: Aumenta el riesgo de formación de coágulos.
Enfermedad de las arterias carótidas: Estrechamiento de las arterias que irrigan el cerebro.
Consumo excesivo de alcohol
Uso de drogas ilícitas: Como la cocaína y las anfetaminas.
Complicaciones
Debilidad o parálisis: Puede afectar un lado del cuerpo, un brazo o una pierna, o la cara.
Dificultad para hablar o entender: Afasia (dificultad para comprender o expresar el lenguaje) o disartria (dificultad para articular las palabras).
Problemas de visión: Visión borrosa, visión doble o pérdida de la visión.
Problemas de memoria: Dificultad para recordar información o aprender cosas nuevas.
Problemas de deglución: Dificultad para tragar (disfagia), lo que puede provocar neumonía por aspiración.
Dolor: Dolor neuropático (dolor crónico causado por daño a los nervios).
Depresión: Es común después de un ACV debido a los cambios físicos y emocionales.
Epilepsia: Convulsiones recurrentes.
Espasticidad: Rigidez muscular y espasmos.
Problemas de control de la vejiga o el intestino: Incontinencia urinaria o fecal.
Úlceras por presión: Debido a la inmovilidad.
Trombosis venosa profunda (TVP): Formación de coágulos en las venas de las piernas.
Pronóstico
El pronóstico varía ampliamente dependiendo de varios factores, incluyendo el tipo de ACV, la gravedad del daño cerebral, la edad del paciente, su estado de salud general y la rapidez con la que recibió tratamiento. Algunas personas se recuperan por completo después de un ACV, mientras que otras experimentan discapacidades permanentes.
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